Para el niño pequeño sus padres son como dioses todopoderosos, omniscientes y bondadosos. Siempre. Cuando vive experiencias que contradicen esta imagen, cuando el padre bondadoso le grita o le pega, el niño intenta «explicar» los motivos culpándose a sí mismo para salvaguardar la integridad de esos dioses que necesita para sobrevivir. [..] ¿Qué hacemos entonces con la rabia reprimida? ¿La dirigimos a personas que pertenecen a otras religiones (enemigos) o dejamos que se convierta en enfermedad? Porque no podemos eliminarla, sólo podemos dirigirla a inocentes. Alice Miller
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