viernes, 12 de junio de 2015

Cuando el peligro se encuentra en el hogar

En este caso, cuando la persona se cría incapaz de confiar en la estabilidad, la seguridad, la igualdad en el mundo propio, entonces se cría desconfiando de sus propios sentimientos, percepciones y valor.

Cuando uno se cría como un ser reactivo-reflectivo, uno no ha aprendido las habilidades necesarias para llevar una vida satisfactoria; existe una necesidad crónica de gustar, una incapacidad para identificar sentimientos, necesidades, deseos y una necesidad de validación constante. Este grupo de personas tienen muchas dificultades para ser asertivos y privadamente sienten una especie de rabia penetrante, la cual tienen miedo que saliera a la superficie. Se sienten, por lo general, muy enojados, pero muy fácil de derrotar. Sus relaciones interpersonales se caracterizan por falta de confianza y sospecha al borde de la paranoia, intercambiados -a veces- con episodios desastrosos de una apertura y confianza total y falta de juicio. Se sienten crónicamente insatisfechos, pero estaban llenos de miedos de ser percibidos como caprichosos o quejumbrosos, si expresaban sus verdaderos sentimientos.


Muchos de ellos pueden retener su rabia por períodos extremadamente largos, pero luego explotan en asuntos relativamente insignificantes. Tienen un sentimiento de vacío e insatisfacción en cuanto a lo que lograban.


Y no es necesario que su caso sea el de una familia narcisista abierta, esto es, no es necesario que exista un abuso abierto u obvio: problemas de droga, abuso de alcohol, incesto, y comportamientos agresivos de todo tipo. La familia, en realidad, puede parecer que funciona bastante bien, el problema es que –como en la mayoría de los casos- las disfunciones son mucho más sutiles, ya que se espera que los hijos satisfagan las necesidades de los padres.


Pero, en la búsqueda de superar los traumas, no podemos cambiar en lo absoluto nuestro pasado, ni anular los daños que nos hicieron en nuestra infancia. Sin embargo, nosotros sí podemos cambiar, “repararnos", recuperar nuestra identidad perdida. Y podemos hacerlo en la medida que podamos observar más de cerca el saber almacenado en nuestro cuerpo sobre lo ocurrido en el pasado y aproximarlo a nuestra conciencia. Esta vía es, sin duda, incómoda, pero es la única que nos ofrece la posibilidad de abandonar por fin la cárcel invisible, y sin embargo tan cruel, de la infancia, y dejar de ser víctimas inconscientes del pasado para convertirnos en seres responsables que conozcan su historia y vivan con ella.

La mayoría de la gente hace justo lo contrario. No quieren saber nada de su propia historia, y, por consiguiente, tampoco saben que, en el fondo, se hayan constantemente determinados por ella, porque siguen viviendo en una situación infantil no resuelta y reprimida. No saben que temen y evitan peligros que en algún momento fueron reales, pero dejaron de existir hace tiempo. Son personas que actúan impulsadas tanto por recuerdos inconscientes como por sentimientos y necesidades reprimidas que, a menudo y mientras permanezcan inconscientes e inexplicadas, determinarán de forma pervertida casi todo lo que hagan o dejen de hacer.

A lo largo de toda la vida posterior de esta persona, estos sentimientos podrán resurgir como una reclamación al pasado pero sin que el contexto original resulte comprensible. Descifrar su sentido sólo es posible cuando se logra la unión de la situación originaria con los intensos sentimientos revividos en el presente.

Si una persona ha debido ocultar, reprimir o postergar sus necesidades, para adaptarse a la de los padres, entonces esas necesidades se agitarán en las profundidades de su inconsciente y exigirán ser satisfechas siendo adulto, mediante irracionales sensaciones de abandono, dolor y desesperación.

La experiencia de la propia verdad y su conocimiento postambivalente posibilitan en una fase adulta el retorno al propio mundo afectivo… sin paraíso, pero con la capacidad de sentir el duelo, que nos devuelve nuestra vitalidad y nos protege. Alice miller




Facebook: Sebastián Segui (Psicología)


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