jueves, 27 de octubre de 2016

¿Por qué desarrollan las personas una fobia a la experiencia interna?

Generalmente la fobia a la experiencia interna se desarrolla por tres diferentes razones. En primer lugar, muchas personas que fueron traumatizadas en su temprana infancia no obtuvieron mucha ayuda para aprender a entender y afrontar intensas experiencias internas típicas como las emociones abrumadoras. Recibieron muy poca
ayuda y seguridad tranquilizadora de las personas a su cargo. En consecuencia, se sienten fácilmente abrumadas, simplemente porque no entienden estas experiencias y las viven como incontrolables.
En segundo lugar, las personas tienden a valorar su experiencia interna como “buena” o “mala”. A continuación se etiquetan del mismo modo: “La cólera es mala y peligrosa; por tanto, si siento cólera, es que soy una mala persona y soy peligrosa”. “Solo las personas que no merecen ser queridas y carecen de valor sienten vergüenza, por tanto, si siento vergüenza, soy un fracaso y no soy digno de ser querido”. Por supuesto, todos queremos lo que es bueno y agradable y queremos evitar lo que es doloroso, del mismo modo que queremos ser buenas y no malas personas. Pero nuestras experiencias internas no es lo que nos hace buenos o malos; simplemente constituyen una parte natural del mundo interno de todo el mundo. Por último, determinadas experiencias internas nos sirven de recordatorios de experiencias traumáticas del pasado o como señales de que algo terrible está a punto de suceder. Por ejemplo, cuando algunas personas, o partes disociadas de ellas, sienten ansiedad, la emoción y las sensaciones físicas pueden recordarles inmediatamente, aunque sea únicamente en un nivel inconsciente, el miedo que sintieron cuando fueron heridas en el pasado. De este modo, intentan evitar sentir ansiedad para que no les vuelvan los recuerdos traumáticos no resueltos. Otras pueden percibir la experiencia interna como una señal de que algo va a salir mal. Por ejemplo, una persona que siente tristeza puede creer o simplemente tener la sensación de que esta emoción precede a una experiencia abrumadora de desesperación, falta de bienestar y sentimiento de soledad. En consecuencia, se evita la tristeza para impedir que sobrevenga la otra experiencia esperada y realmente difícil de sobrellevar. La paradoja dolorosa es que lo que con tanto sufrimiento se anticipa y se evita probablemente no tendría lugar si se aceptase y se viviese con tranquilidad el sentimiento de tristeza del momento. Boon y Steele




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