viernes, 1 de julio de 2016

Nacer, morir,nacer, morir, nacer....movimiento constante de cambio y transformación

La meditación, el “hacer” meditativo, es el carácter pasivo. Meditación viene de meditari: ser conducido hacia el centro. La actitud que se ajusta al ejercicio de meditación consiste, pues, en dejar que la Gran Ley (movimiento y transformación) obre en uno mismo. Para obedecer conscientemente ese ley de ir y venir, que se pone de manifiesto en la respiración, el hombre ha de dejar todo lo que ha alcanzado, para que pueda hacerse presenten él una renovación, que nace de haber desaparecido lo ya devenido. Para llegar a eso es preciso que en cada respiración abandone la forma caduca del Yo, la entregue a ese fondo universal, perciba la renovación que allí se prepara (esa es la diferencia entre un niño y un adulto , darse cuenta, ser consciente de que se es consciente) y permita que esa renovación conforme con su ser, se manifieste en una forma nueva (los cambios más profundos suelen sorprendernos, son transformaciones cualitativas), forma que, apenas aparezca, deberá enseguida dejar de nuevo. K.G. Durckheim

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