“Era lo que pudiera decirse una chica mala”
, dijo Eleanor valientemente, tratando de no llorar pero al mismo tiempo obviamente sobrecogida por la vergüenza de haber tenido que admitir su sensación de “maldad” a su terapeuta. “No sé como mis pobres padres pudieron aguantarme. Yo era todo un caso, ¡de verdad! Pero ¿tenemos que repasar todo eso? En realidad no tengo muchos recuerdos. De todas maneras, ¡estoy aquí para tratar mis ataques de ansiedad, no mi niñez! Eso se acabó”. Su perturbada madre la aporreaba periódicamente durante su adolescencia, y constantemente la acusaba, desde los diez años, de ser promiscua, llamándola “prostituta” o “puta” comparándola con sus “buenas” hermanas. En realidad, Eleanor era una joven altamente moral que permaneció virgen hasta su matrimonio a los diecinueve. Stephanie Donaldson-Pressman, Robert M. Pressman
desplegar@hotmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario