Casi con seguridad los patrones angustiosos nos afectaban incluso antes de que nuestra inteligencia flexible se desarrollase por completo. La angustia se perpetuaba probablemente mucho antes de nuestro pleno desarrollo como especie por el mecanismo tan familiar (para nosotros/nosotras) de actuar contra otra persona una herida previamente infligida a nosotros/ nosotras. Posiblemente nunca hasta la fecha en la historia de la humanidad tuvo un ser humano inteligente recién nacido la oportunidad de contemplar la realidad por más de unos instantes en un momento dado sin la intromisión de un patrón de angustia o la angustiosa distorsión de la información brindada por otros seres humanos. Harvey Jackins
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