“Cuando la situación nos da indicios de que nuestro hijo adolescente empieza a mostrar sus sentimientos, lo mejor es quedarse al lado suyo. La idea no es hablar demasiado, excepto para decirle cuánto sentimos que las cosas no vayan como él las quiere. No es bueno tratar de ignorar el dolor. Un proceso natural ha entrado en acción. Nuestro hijo está expulsando los sentimientos que lo perturban de tal manera que le han destruido la confianza y el buen juicio”
“la mayoría de ellos sienten que sus padres son parte del problema, no parte de la solución. Si nuestro hijo siente la suficiente confianza para desahogar los sentimientos que lo agobian, es muy probable que seamos atacados como causante de ellos. Esto es una de las ironías de ser padres. Cuando hemos logrado formar una fuerte conexión con nuestro hijo, este se siente seguro para contarnos las veces en que ha sido herido, y en su opinión, somos culpables de esas heridas. No esperemos que lo que dice tenga sentido. Para poder echar fuera su dolor, necesita hablar, llorar y rabiar. Para lograrlo necesitará a su lado alguien a quien culpar. Si no lo tomamos de manera personal y seguimos escuchando con cariño, es probable que nuestro hijo herido empezará a llorar, a rabiar o a temblar hasta deshacer la tensión” P.WIPFLER,
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