miércoles, 10 de febrero de 2016

Camino contra corriente

En cuanto descubrí la función bloqueadora de esos sentimientos de culpabilidad, advertí que siempre surgían, impidiéndome dormir, cuando aparecía en mi mente un fragmento de algún recuerdo traumático. Al día siguiente me esforzaba en volver a negar lo que había descubierto en la víspera. O bien lo olvidaba, o me veía forzada a negarlo, o bien me sentía terriblemente mal por haber sido capaz de pensar algo tan abominable de mis padres. En mi caso entraba en juego la misma regla invariable que forzó a Freud a traicionar sus hallazgos..[] [ En principio, Freud había descubierto en sus tratamientos -practicados aún en parte con ayuda de la hipnosis- que todos sus pacientes habían sido niños maltratados y que los síntomas de sus trastornos eran el lenguaje en el que explicaban su historia. En 1896, tras informar de sus hallazgos a la comunidad de los psiquiatras, se vio completamente aislado, a solas con su descubrimiento, que ninguno de sus colegas quiso compartir con él. No soportó por mucho tiempo esa soledad. Pocos meses después, en 1897, calificó los relatos de sus pacientes sobre abusos sexuales como meras fantasías que había que atribuir a sus tempranos deseos instintivos. La humanidad había sido brevemente despertada de su letargo, pero ahora podía volver a sumirse en él.]
Muchos terapeutas observan a menudo esa resistencia en sus pacientes y la interpretan erróneamente como prueba de que es imposible conocer lo realmente ocurrido. Y ese mismo paciente acaba no estando seguro de si describe recuerdos o simples fantasías. La lucha interior del niño en favor de la imagen del buen padre o de la buena madre puede llegar a ser tan intensa que no sólo el paciente sino también todos aquellos que lo rodean sean presa de la confusión. […] la idealización de los padres con la ayuda de la fantasía y de la represión, ayuda al niño a sobrevivir. Atribuir algo malo a la persona a la que se ama y a la que se tiene por modelo iría, pues, en contra de la natural autodefensa y de las leyes de la vida. De esto se deduce que el niño jamás se inventa traumas. Al contrario: para poder sobrevivir, debe hacer soportable el dolor con ayuda de la fantasía. Alice Miller



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