lunes, 1 de febrero de 2016

Profundizar en los sentimientos y abrirnos plenamente

Si alguien se hubiera dirigido a mí para narrarme le historia de mi infancia, con todos los detalles de los que ahora soy consciente, ello no habría obrado en mí efecto alguno. Yo me habría creído o no la historia, pero, incluso en el primer caso, no habría pasado de ser para mí una historia ajena, no vivida por mí. El único camino por el que podía llegar a renunciar a mi rechazo intelectual se me abrió gracias a los sentimientos de la niña que había en mí, y que era el único testigo de los malos tratos a los que me sometió mi madre. ¿Cómo pude, a pesar de ello, liberarme de la represión? Lo logré porque quería saber la verdad a toda costa y acabé encontrando un testigo que me ayudó a buscarla.
Durante mi terapia observé que, cada vez que me enfrentaba interiormente a mis padres, los sentimientos de culpabilidad inculcados por la educación reforzaban mi represión, me obstruían el acceso a la realidad y bloqueaban la vivencia de mis antiguos sufrimientos. Los sentimientos no aparecieron hasta que pude poner en cuestión mi supuesta culpa. Y sólo pude darme cuenta de lo que había ocurrido cuando logré sentir que si mis padres no me habían tenido en consideración, ni tomado en serio, ni percibido, no había sido por culpa mía. Comprendí que no era mi tarea enseñarles a sentirse responsables, que yo, siendo aún una lactante, no había tenido en mis manos el hacer de mis padres personas capaces de amar. Lo único que había podido hacer fue mostrarles que yo era útil, que podían explotarme y que siempre reaccionaría a ello con una sonrisa. En aquella época la vida no me ofrecía otra posibilidad. Alice Miller




Facebook: Sebastián Segui (Psicología)


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