Durante mi terapia observé que, cada vez que me enfrentaba interiormente a mis padres, los sentimientos de culpabilidad inculcados por la educación reforzaban mi represión, me obstruían el acceso a la realidad y bloqueaban la vivencia de mis antiguos sufrimientos. Los sentimientos no aparecieron hasta que pude poner en cuestión mi supuesta culpa. Y sólo pude darme cuenta de lo que había ocurrido cuando logré sentir que si mis padres no me habían tenido en consideración, ni tomado en serio, ni percibido, no había sido por culpa mía. Comprendí que no era mi tarea enseñarles a sentirse responsables, que yo, siendo aún una lactante, no había tenido en mis manos el hacer de mis padres personas capaces de amar. Lo único que había podido hacer fue mostrarles que yo era útil, que podían explotarme y que siempre reaccionaría a ello con una sonrisa. En aquella época la vida no me ofrecía otra posibilidad. Alice Miller
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