miércoles, 3 de febrero de 2016

Los padres que se sienten bien consigo mismos no necesitan ejercer control sobre sus hijos adultos.

Pero la clase de padres «incapacitados» funcionan a partir de un profundo sentimiento de insatisfacción con su propia vida, acompañado de miedo al abandono.
Para ellos, la independencia de su hijo equivale a perder un brazo o una pierna.
A medida que el hijo se hace mayor, se vuelve más importante para el padre
o la madre poder seguir manejando los hilos que lo mantienen en la situación de dependencia.
En tanto «estos» padres puedan conseguir que su hijo siga sintiéndose un niño, consiguen mantener el control.
Como resultado de ello, es muy frecuente que los hijos adultos de padres controladores tengan un sentimiento de identidad muy incierto. Les cuesta verse como seres aparte de sus padres.
Todos los padres controlan a sus hijos hasta que éstos son capaces de controlar su propia vida. SUSAN FORWARD

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