En la búsqueda de superar los traumas, no podemos cambiar en lo absoluto nuestro pasado, ni anular los daños que nos hicieron en nuestra infancia. Sin embargo, nosotros sí podemos cambiar, “repararnos", recuperar nuestra identidad perdida. Y podemos hacerlo en la medida que podamos observar más de cerca el saber almacenado en nuestro cuerpo sobre lo ocurrido en el pasado y aproximarlo a nuestra conciencia. Esta vía es, sin duda, incómoda, pero es la única que nos ofrece la posibilidad de abandonar por fin la cárcel invisible, y sin embargo tan cruel, de la infancia, y dejar de ser víctimas inconscientes del pasado para convertirnos en seres responsables que conozcan su historia y vivan con ella. La mayoría de la gente hace justo lo contrario. No quieren saber nada de su propia historia, y, por consiguiente, tampoco saben que, en el fondo, se hayan constantemente determinados por ella, porque siguen viviendo en una situación infantil no resuelta y reprimida. No saben que temen y evitan peligros que en algún momento fueron reales, pero dejaron de existir hace tiempo. Son personas que actúan impulsadas tanto por recuerdos inconscientes como por sentimientos y necesidades reprimidas que, a menudo y mientras permanezcan inconscientes e inexplicadas, determinarán de forma pervertida casi todo lo que hagan o dejen de hacer. S Donaldson-Pressman, R M. Pressman
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