Para el niño de una familia narcisista las relaciones íntimas son un problema. Los niños de estas familias han aprendido a no confiar. Por lo tanto, durante el estado adulto, no importa cuánto quieran formar relaciones cercanas y amorosas, siempre tienen dificultad para bajar las barreras a la confianza que ya han erguido hace mucho tiempo.
El sobreviviente del sistema de una familia narcisista tiene dos opciones, ya sea aprende a no confiar o una vez que confía se le enseña a que no confíe más, esto sería lo contrario a lo que sería no aprender a confiar nunca. Cuando son bebés o niños pequeños, muchos sobrevivientes fueron bien alimentados, los mantuvieron en un lugar cálido, se les mimó, se les trató bien. Un niño dependiente, necesitado (como somos todos), es una mínima amenaza para el sistema de los padres: las necesidades son simples y el sistema parental es capaz y además quiere satisfacerlo. Pero a medida que el niño crece y busca diferenciarse de los padres, las necesidades comienzan a ser más complejas. El sistema parental puede ser francamente incapaz de ocuparse de estas necesidades, o puede verse amenazado por éstas y sentirse más y más ofendido. A esta altura la responsabilidad de satisfacer las necesidades comienza a tornarse del hijo hacia el padre y la erosión de la confianza comienza.
Mientras que ciertos comportamientos obvios (emborracharse o avergonzar al niño) van a producir obviamente una crisis de confianza del niño. Adultos que se criaron en familias narcisistas, con frecuencia describen una disfunción que es mucho más encubierta, describiendo a sus padres como “sólo están ahí”.
Mientras que ciertos comportamientos obvios (emborracharse o avergonzar al niño) van a producir obviamente una crisis de confianza del niño. Adultos que se criaron en familias narcisistas, con frecuencia describen una disfunción que es mucho más encubierta, describiendo a sus padres como “sólo están ahí”.
Facebook: Sebastián Segui (Psicología)
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