¿Qué nos hace enfermar?
Los legos en la materia objetan constantemente que hay personas que tuvieron una infancia difícil sin por eso ser neuróticas, mientras que otras, educadas dentro de lo que se denomina “circunstancias favorables”, enferman psíquicamente. Esto nos haría pensar en una predisposición innata y pondría en tela de juicio la influencia de la casa paterna. El pasaje antes citado nos ayuda a comprender cómo este error puede surgir en todos los estamentos de la población. Las neurosis y psicosis no son, pues, consecuencias directas de frustraciones reales, sino la expresión de traumas reprimidos. Sobre todo si la tarea consiste en educar a niños de manera tal que no se den cuenta de lo que se les impone o se les quita, de lo que pierden en todo ello, de lo que en otras circunstancias hubieran sido y de lo que en general son, y si esta educación empezó lo suficientemente temprano, el adulto sentirá más tarde, a pesar de su inteligencia, la voluntad del otro como si fuera la suya propia. ¿Cómo podrá saber que su propia voluntad fue quebrantada si nunca le permitieron realizarla? Y, sin embargo, podrá enfermarse de todo esto. Si, en cambio, un niño ha podido experimentar hambre, huidas o ataques aéreos sintiendo que es tomado en serio y respetado como una persona independiente por sus padres, no acabará enfermando debido a estos traumas reales. Tendrá incluso la oportunidad de recordar estas experiencias (que han sido acompañadas por personas amigas) y enriquecer con ellas su mundo interior. Alice Miller
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