El comportamiento angustioso es en sí bastante malo. Sin embargo, no constituye el daño final. La “maquinaria pensante” vuelve a no funcionar. Otra vez la información es suplida por los canales sensoriales a una inteligencia que no está funcionando.
La información proveniente de esta nueva experiencia, aunque aún nueva, no podrá ser evaluada mientras los procesos racionales se encuentran interrumpidos. Esta información se almacena mal de mismo modo que la experiencia original de angustia.
El resultado es como si más desperdicios erráticos y no evaluados obstruyeran más sectores de nuestra “maquinaria pensante”. Se podría decir, que “hay más engranajes que se atoran” o que “la trampa adquiere más gatillos”, o que el disco de diez centímetros crece a quince.
El resultado neto es que cada experiencia restimulante (es decir, de algo que nos recuerde demasiado una experiencia de angustia) nos deja predispuestos a ser alterados más fácilmente,
más profundamente, y por períodos más prolongados.
El efecto es como una bola de nieve. Es como si estos patrones fueran superficies pegajosas que atrajeran y añadieran nuevas superficies pegajosas en progresión geométrica. HARVEY JACKINS
El resultado es como si más desperdicios erráticos y no evaluados obstruyeran más sectores de nuestra “maquinaria pensante”. Se podría decir, que “hay más engranajes que se atoran” o que “la trampa adquiere más gatillos”, o que el disco de diez centímetros crece a quince.
El resultado neto es que cada experiencia restimulante (es decir, de algo que nos recuerde demasiado una experiencia de angustia) nos deja predispuestos a ser alterados más fácilmente,
más profundamente, y por períodos más prolongados.
El efecto es como una bola de nieve. Es como si estos patrones fueran superficies pegajosas que atrajeran y añadieran nuevas superficies pegajosas en progresión geométrica. HARVEY JACKINS
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