Trascender nuestro propio ego o vencer la pereza son formas de trabajo. Cuando superamos el miedo, decimos que hemos tenido valor. El amor es, pues, una forma de trabajo o una forma de valentía dirigida a impulsar nuestro propio desarrollo espiritual o el de otra persona. Podemos trabajar o ejercitar nuestra valentía en direcciones que no sean las que conducen al desarrollo espiritual, motivo por el que no todo trabajo ni todo acto de valor es amor. Pero, como el amor exige trascendernos a nosotros mismos, siempre representa trabajo o valor. Si una acción no es un acto de valentía, tampoco es un acto de amor. No hay excepciones. El objetivo principal del trabajo del amor es la atención. Cuando amamos a alguien le dedicamos nuestra atención; atendemos a su desarrollo.
Cuando nos amamos a nosotros mismos, atendemos a nuestro propio desarrollo.
Cuando prestamos atención a alguien, significa que nos importa. El acto de prestar atención nos exige el esfuerzo de apartar nuestras preocupaciones presentes (según hemos dicho al tratar sobre la disciplina) y de activar nuestra conciencia. La atención es un acto de voluntad, de trabajo contra la inercia de nuestra mente.M. Scott Peck
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