martes, 17 de marzo de 2015

Amor en el vientre, ternura en el adulto

La absurda opinión, presente sin embargo en casi todas las culturas, de que algunas personas nacen malas, hoy se puede refutar científicamente. Se ha demostrado, por ejemplo, que el hombre no nace con un cerebro completamente formado, como hasta hace poco todavía se creía, sino que las experiencias vividas durante los primeros días, semanas y meses determinan el modo en que se estructurará este órgano. La dedicación cariñosa es indispensable para que la persona pueda desarrollar, entre otras, la capacidad de la empatía. Si falta esa dedicación, si el niño, en su lugar, crece con malos tratos y sufre el menosprecio, perderá esa capacidad.
Naturalmente, la persona viene al mundo con una historia, la de los nueve meses situados entre la concepción y el nacimiento, y posee, por supuesto, un sello genético heredado de sus padres y su familia. Se supone que la combinación de ambos aspectos deberá ser decisiva en su temperamento, sus inclinaciones, sus dotes y sus aptitudes. Sin embargo, la formación del carácter dependerá de si al principio de su vida, e incluso ya en el seno materno, la persona recibe dedicación, protección, ternura y comprensión o bien rechazo, frialdad, incomprensión e indiferencia, cuando no cru
eldad. Alice Miller



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