jueves, 26 de noviembre de 2015

La madurez implica renunciar a viejos esquemas interiores.

Algunos de los principales deseos, situaciones y actitudes a los que hay que renunciar durante una vida que evoluciona satisfactoriamente: El estado infantil, en el que no hay que satisfacer demandas exteriores.
La fantasía de omnipotencia.
El deseo de poseer totalmente (incluso en el plano sexual) a
uno de los padres.
La dependencia infantil.
Las imágenes distorsionadas de los padres.
El sentimiento de omnipotencia de la adolescencia.
La «libertad» de no tener ningún compromiso.
La agilidad de la juventud.
El atractivo sexual y/o potencia de la juventud.
La fantasía de inmortalidad.
La autoridad sobre los hijos.
Diversas formas de poder temporal.
La independencia de la salud física.
Por último, nuestro yo y la vida en sí misma.

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