A las víctimas adultas del incesto se les hace muy difícil renunciar al mito de la familia feliz.
Una de las herencias más poderosas del incesto es esa búsqueda interminable de la llave mágica que abre la tapa del cofre del tesoro: el amor y la aprobación de los padres. Esta búsqueda es, en el ámbito emocional, como unas arenas movedizas que se tragan a la víctima, hundiéndola en un sueño imposible e impidiéndole llevar adelante su vida.
Así lo resumió Liz: Yo sigo pensando que algún día ellos se me acercarán a decirme: «Creemos que eres maravillosa, y te amamos tal como eres». Aunque sé que mi padrastro es un violador de niños, y aunque mi madre haya optado por él en vez de protegerme..., es como si yo necesitara conseguir que ellos me perdonen.SUSAN FORWARD
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