miércoles, 4 de noviembre de 2015

Los golpes no son amor

Como en el caso del niño maltratado, la mujer maltratada experimenta una sensación muy potente de alivio cuando finaliza un incidente. 
Se vuelve adicta a esa sensación. El agresor es la única persona que puede proporcionar momentos de paz cuando muestra su mejor cara durante un rato. Por consiguiente, el agresor tiene en su poder la llave de la sensación de bienestar de la persona agraviada. El autor de los malos tratos marca los niveles álgidos que se encuentran en el otro extremo de los momentos más bajos, y cuánto peor van las cosas, mejor son en contraste los buenos momentos. Todo esto va sumado al hecho de que una mujer maltratada está lo suficientemente conmocionada por la situación como para creer que cada uno de los horribles incidentes va a ser el último.Gavin de Becker




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