Reprimir las emociones
En mi infancia tuve que aprender a reprimir mis reacciones espontáneas a las afrentas reacciones como la rabia, la ira, el dolor y el miedo por temor a un castigo. Más tarde, en mi etapa escolar, me sentía incluso orgullosa de mi capacidad de autocontrol y de mi contención. Creía que esta capacidad era una virtud, y esperaba verla también en mi primer hijo. Sólo cuando pude liberarme de esta actitud me fue posible entender el sufrimiento de un niño al que se le prohíbe reaccionar de manera adecuada a las heridas y experimentar su forma de relacionarse con sus emociones en un entorno favorable, para que más adelante, en su vida, en vez de temer sus sentimientos encuentre en ellos una orientación.
Por desgracia, a mucha gente le ha ocurrido lo mismo que a mí. De pequeños no se les permitió mostrar sus emociones, por lo que no las vivieron y más tarde las anhelaron. En las terapias algunos han conseguido encontrar sus emociones reprimidas y vivirlas, con lo que éstas se han transformado en sentimientos conscientes que la persona puede entender desde su propia historia, y ya no necesita temer. Sin embargo, otros han rechazado este camino porque no han podido o no han querido confiar a nadie sus trágicas experiencias. Alice Miller
desplegar@hotmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario