Cuando amamos alguna cosa, ésta es valiosa para nosotros, y cuando algo es valioso para nosotros le dedicamos tiempo, tiempo para disfrutarlo y tiempo para cuidarlo. Obsérvese a un adolescente enamorado de su automóvil y adviértase cuánto tiempo dedica a admirarlo, a sacarle brillo, a repararlo, a ponerlo a punto. O considérese una persona madura que posee una preciada rosaleda y véase cuánto tiempo dedica a podar los rosales, a protegerlos, a fertilizar adecuadamente la tierra y a estudiarlos. Lo mismo ocurre cuando amamos a los hijos: destinamos mucho tiempo a admirarlos y a cuidarlos. Les brindamos nuestro tiempo. Gavin de Becker
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