martes, 12 de enero de 2016

Enfrentar la verdad no es fácil

Las deidades parentales generan reglas, juicios y dolor. Cuando deificamos a nuestros padres, vivos o muertos, estamos aceptando vivir según la versión que ellos nos dan de la realidad, aceptando que los sentimientos dolorosos son parte de nuestra vida, e incluso quizá racionalizándolos, diciéndonos que eso nos hace bien. Ya es hora de terminar con semejantes ideas. Cuando usted pueda sacar a sus padres del Olimpo y bajarlos a la tierra, cuando encuentre valor para dirigirles una mirada realista, podrá empezar a establecer un equilibrio de poderes en su relación con ellos.
«Mi padre me pegaba, pero no con la intención de causarme daño, sino de hacerme aprender la lección.»
«Mi madre jamás me prestó ninguna atención, de tan desdichada que era.»
«No puedo culpar a mi padre por haber abusado de mí. Mi madre no se acostaba con él, y ya se sabe que los hombres necesitan eso. »
Todas estas racionalizaciones tienen en común su propósito de presentar como aceptable lo inaceptable. Considerado superficialmente, puede parecer que el mecanismo funciona, pero en nosotros hay una parte que siempre sabe la verdad. SUSAN FORWARD




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