La pubertad, su fuerza de cambio con sus posibles trampas.
En la pubertad, muchos jóvenes eligen nuevos valores que son diametralmente opuestos a los de sus padres; forman, pues, nuevos ideales e intentan hacerlos realidad. Pero cuando esta tentativa no se halla arraigada en la vivencia de las propias necesidades y sentimientos auténticos, el joven se adaptará a los nuevos ideales de modo parecido a como, en otros tiempos, se adaptaba a sus padres. Volverá a renegar de su verdadero Yo para ser reconocido y amado por el grupo de jóvenes de su edad o por su pareja. Sin embargo, nada de esto sirve en realidad contra la depresión. Pues esa persona tampoco será ella misma cuando sea adulta, y no se conocerá ni se querrá; lo hará todo para ser amado por alguien, tal y como lo hubiera necesitado con urgencia en otro tiempo, siendo niño. Y esperará conseguirlo al fin mediante la adaptación. Alice Miller
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