“si en medio de un ataque de emociones nuestro hijo pide que nos vayamos, tenemos que complacerlo hasta cierto punto. Podemos alejarnos pero sin salir de su cuarto, o decirle que lo dejaremos solo durante dos minutos y luego regresaremos para ver cómo está. Pero lo que importa es encontrar la manera de mantenerse a su lado por lo que dure el episodio. O, ¿cómo podrá nuestro hijo deshacerse de lo que le molesta si no hay alguien a quien contarle? De modo que cuando escuchemos... “¡Andate! ¡No te quiero aquí!” tendremos que mantener el equilibrio entre alejarnos un poco para mostrar que le escuchamos y mantenernos lo suficientemente cerca para que los sentimientos puedan seguir saliendo en forma de lágrimas y reproches. Una vez que ha llorado y rabiado, nuestro hijo sentirá un descanso porque ya no tiene que cargar con tanto y estará en mejores condiciones de registrar nuestro amor y nuestra ayuda" Patty Wipfler
Podemos ejercitar la presencia amorosa, sin parlotear tanto, sin sermonear, escucha atenta, liberándonos de las imágenes mentales que impiden ver al otro. Ver al otro y escuchar con interés.
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