Los niños también están programados para ser fundamentalmente leales a sus cuidadores, aunque abusen de ellos. El terror aumenta la necesidad de apego, aunque la fuente de consuelo sea también la fuente de terror.
Nunca he conocido a un niño menor de diez años que, habiendo sido torturado en su casa (y teniendo como prueba huesos rotos y quemaduras en la piel) y teniendo la opción, no eligiera quedarse con su familia en lugar de ir a una casa de acogida. Obviamente, aferrarse al abusador no es exclusivo de la infancia. Van der Kolk
Nunca he conocido a un niño menor de diez años que, habiendo sido torturado en su casa (y teniendo como prueba huesos rotos y quemaduras en la piel) y teniendo la opción, no eligiera quedarse con su familia en lugar de ir a una casa de acogida. Obviamente, aferrarse al abusador no es exclusivo de la infancia. Van der Kolk
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