Pero en el momento en el que nos sentimos atrapados, furiosos o rechazados, somos vulnerables a activar mapas antiguos y a seguir sus direcciones. El cambio empieza cuando aprendemos a «adueñarnos» de nuestro cerebro emocional. Esto significa aprender a observar y a tolerar las sensaciones desgarradoras y dolorosas que forman parte de la desgracia y la humillación. Solo cuando aprendemos a soportar lo que nos pasa por dentro podemos empezar a aceptar, en lugar de anular, las emociones que hacen que nuestros mapas se mantengan fijos e inmutables. B.Van der Kolk
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