viernes, 30 de octubre de 2015

Psicoterapia y espiritualidad; morir y renacer

La conciencia de lo que se presenta ante mí implica un doble movimiento de atención: acallar lo familiar y acoger lo nuevo y extraño. Cada vez que encuentro un objeto, una persona o un suceso extraño, tengo la tendencia
a dejar que mis necesidades actuales, mi experiencia pasada o mis expectativas sobre el futuro, determinen lo que he de ver.
Si pretendo apreciar el carácter único de cualquier dato, debo tener suficiente conciencia de mis prejuicios y de mis deformaciones emocionales características para ponerlas entre paréntesis el tiempo necesario, con el fin de recibir lo extraño y lo nuevo en mi mundo perceptivo. Esta disciplina de poner entre paréntesis, de compensar o de acallar exige un conocimiento
profundo de uno mismo y una valiente sinceridad. Sin esta disciplina, cada momento presente es sólo la repetición de algo ya visto o experimentado. Para que pueda surgir lo verdaderamente nuevo, para que la presencia única de cosas, personas o sucesos pueda echar raíces en mí, debo sufrir el proceso de una descentralización del yo.
La disciplina de poner entre paréntesis ilustra la consecuencia más importante de la renuncia y de la disciplina en general: cuanto más importante sea aquello a lo que se renuncia, tanto más se gana. El proceso de autodisciplina es un proceso de autodesarrollo. El sufrimiento de renunciar es el sufrimiento de la muerte, pero la muerte de lo viejo es el nacimiento de lo nuevo. El sufrimiento de la muerte es el sufrimiento del nacimiento, y el sufrimiento del nacimiento es el sufrimiento de la muerte.
M. Scott Peck



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jueves, 29 de octubre de 2015

La negación sostiene el problema

La negación adquiere proporciones gigantescas para cada uno de los que viven en la casa de un alcohólico. El alcoholismo es como un dinosaurio en el cuarto de estar. Para el que viene de fuera resulta imposible no verlo, pero a los que viven en la casa, la desesperación causada por la impotencia de liberarse de aquella bestia los obliga a regir que ésta no existe. Esa
es la única manera, de convivir que tienen en casas así, las mentiras, exactas y secretos son como el aire que se respira, y eso crea en los hijos un tremendo caos emocional.
El primer recuerdo que tengo es de cuando mi padre volvía del trabajo y se encaminaba directamente al aparador de las bebidas. Era su ritual de cada noche. Después de haberse bebido unas copas, venía a cenar con un vaso en la mano, y jamás dejaba que se le vaciara.
Pero sólo después de la cena se ponía a beber en serio. Todos teníamos que estar muy calladitos para no molestarle. ¡Por Dios! Lo que quiero decir es que uno hubiera dicho que estaba haciendo algo realmente importante, pero el muy hijo de puta sólo estaba emborrachándose.
Recuerdo que muchísimas noches, entre mi hermana, mi madre y yo teníamos que llevarlo a rastras a la cama. A mí me tocaba quitarle los zapatos y los calcetines. Lo más infame de todo es que nadie en la familia habló jamás de lo que estábamos haciendo. Quiero decir que lo hacíamos
noche tras noche. Hasta que me hice un poco mayor, creía sinceramente que llevar a papá a la cama era una actividad familiar normal, algo que se hacía en todas las familias.
Glenn aprendió desde muy pronto que el hecho de que su padre bebiera era un Gran Secreto.
Aunque la madre le decía que no hablara con nadie del «problema de papá», la vergüenza por sí sola habría bastado para que el niño no abriera la boca. Hacia el mundo exterior, la familia ponía cara de «todo va bien».
La necesidad de vérselas con su enemigo común los unía.
El secreto se convirtió en el aglutinante que mantenía cohesionada aquella familia torturada.SUSAN FORWARD



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miércoles, 28 de octubre de 2015

La culpa esa fuerza que nos invita a sostener

Los padres narcisistas nos enseñaron a sobrevaluar lo que recibíamos de su parte y a denigrar nuestro ser y todo lo relacionado con él. Era bueno ser como ellos y lo malo provenía de nuestras propias ideas. […] 
Sus (de usted) valores pueden ser suyos propios y no estar atados en forma compulsiva a medidas externas, tales como las de sus padres narcisistas, lo cual puede incluir el dinero, la fama, la belleza, la inteligencia, el poder. Podemos dejar de conducir nuestras vidas queriendo causar una buena impresión en nuestra comunidad narcisista (familia y amigos)
[...] Nos valoramos menos de lo que los demás nos valoran. Como todos, cometemos errores. Estos no merecen una condena […] sino que están ahí para que aprendamos de ellos. El humor y el coraje son buenos compañeros. Cuando ve sus dificultades y su tendencia a exagerar la culpa, el humor hace que sea más fácil cambiar. E Golomb




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martes, 27 de octubre de 2015

Me siento malo, inadecuado, manchado

A medida que se socava su autoestima, la dependencia de un niño crece, y con ella su necesidad de creer que sus padres están ahí para protegerlo y ocuparse dé el.
La única manera de que el niño encuentre un sentido en los agravios emocionales o en el maltrato físico es que asuma la responsabilidad por el comportamiento de un padre o madre así.
Por más que sus padres puedan haberlo agraviado, el hijo sigue teniendo la necesidad de deificarlos. Incluso si uno entiende, en cierto nivel, que sus padres hicieron mal en pegarle, puede seguir creyendo que el maltrato se justificaba. Entender intelectualmente la situación no basta para convencernos emocionalmente de que no éramos responsables.
1. «Yo soy malo y mis padres son buenos.»
2. «Yo soy débil y mis padres son fuertes.»
Éstas son creencias poderosas, capaces de sobrevivir largo tiempo a nuestra dependencia física de nuestros padres. Son creencias que mantienen viva la fe y le permiten a uno evitar el enfrentamiento con la dolorosa verdad: que, en realidad, nuestras deidades parentales nos traicionaron cuando más vulnerables éramos.SUSAN FORWARD


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lunes, 26 de octubre de 2015

Un golpe a tiempo....

Hoy en día ya no se permite pegar a la esposa, tener esclavos o pegar a los criminales en la cárcel. Lo único que todavía se permite es el pegar a un niño indefenso, inclusive a un bebé y llamar a esto disciplina. Es tiempo de rechazar esta tradición absurda, cruel, inmoral y peligrosa e informar a los niños lo más posible acerca de sus derechos. Alice Miller


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viernes, 23 de octubre de 2015

Pare de sufrir!, si lo logra, su vida seguro se estancará.

Siempre hay que tomar decisiones que afectan la vida de otras personas. Quienes toman mejores decisiones son aquellos que están dispuestos a sufrir a causa de sus decisiones sin perder por ello su capacidad de decidir.
Una medida —quizá la mejor— de la grandeza de una persona es su capacidad de sufrimiento. Pero los grandes también son capaces de júbilo. Ésta es, pues, la paradoja. Los budistas tienden a pasar por alto los sufrimientos de Buda, y los cristianos olvidan el júbilo de Cristo. Buda y Cristo no eran hombres diferentes. El sufrimiento de Cristo en la cruz y el júbilo de Buda bajo el bodhitaru [árbol de la sabiduría] son una misma cosa. De manera que si la meta es evitar el dolor y eludir los sufrimientos, no es aconsejable tratar de llegar a niveles superiores de conciencia o de evolución espiritual. En primer lugar, no es posible alcanzar esos niveles sin sufrir y, en segundo lugar, en la medida en que se llegue a esos niveles, es probable que uno se sienta llamado a servir al mundo de maneras más
dolorosas de las que cabe imaginar ahora. Uno podrá preguntarse:
¿Entonces por qué hemos de desear evolucionar? Quien formule esta pregunta acaso no conozca suficientemente lo que es el júbilo.M. Scott Peck




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jueves, 22 de octubre de 2015

La soledad

Cuando nuestro niño interior está herido nos sentimos vacíos y deprimidos. es irreal; estamos allí, pero no participamos de ella. 
Este vacío conduce a la soledad. Como nunca somos en realidad 
nosotros, nunca estamos verdaderamente presentes. Y aunque la gente nos admire y se aferre a nosotros, nos sentimos solos. Yo me sentí así la mayor parte de mi vida. 
Siempre me las arreglé para ser el líder del grupo al que perteneciera. 
Tenía gente alrededor, admirándome y elogiándome.
Sin embargo,nunca me sentí verdaderamente vinculado a alguno de ellos. JOHN BRADSHAW





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miércoles, 21 de octubre de 2015

¿Es posible abrirnos de manera rápida y liberar todo lo reprimido?

La coraza se abre poco a poco y deja que entre la vida en la región del cuerpo donde se ha formado. Si se hace la apertura de un modo demasiado brusco, se produce un fenómeno no muy conocido por los terapeutas corporales, llamado -vuelta en masa- de la coraza. Este mismo movimiento se observa en nuestra psique: cuando tratamos de cambiar una actitud psíquica de una forma demasiado rápida, la función inhibitoria vuelve otra vez en masa, como una especie de contraataque. M. Lise Labonté



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martes, 20 de octubre de 2015

La muerte no pone fin a la deificación de estos padres destructivos (ni a sus efectos)

Es más: puede acentuarla.
Por más difícil que sea reconocer el daño causado por un padre (o por una madre) que aún vive, lo es infinitamente más acusarlo una vez ha muerto. Un poderoso tabú se opone a que se critique a los muertos, como si estuviéramos pateando a un caído. Como resultado, la muerte confiere una especie de santidad incluso al más cruel de los torturadores. La deificación de los padres muertos es casi automática.
Lamentablemente, mientras un padre o una madre «de estos» están protegidos por la santidad de la tumba, quienes le sobreviven siguen cargando con los resabios emocionales. «No se habla mal de los muertos» puede ser un venerable lugar común, pero con frecuencia bloquea toda posibilidad de hallar una solución realista a los conflictos con los padres muertos.SUSAN FORWARD


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lunes, 19 de octubre de 2015

Las semillas de amor dan sus frutos.

Del hecho de que todo agresor haya sido anteriormente una víctima no se desprende que toda persona que haya sido maltratada tenga que acabar necesariamente maltratando a sus hijos. 
No tiene por que ser oligatoriamente así, pues puede que ese individuo, en su infancia, tuviera ocasión de recibir de otra persona -aunque sólo fuera una vez- algo que no fuera educación ni crueldad: un maestro, una tía, una vecina, una hermana, un hermano. Sólo la experiencia de ser querido y apreciado permite al niño identificar la crueldad como tal, percibirla y rebelarse contra ella. Sin esa experiencia le es imposible saber que en el mundo pueden existir otras cosas además de crueldad; sin esa experiencia, seguirá sometiéndose a la crueldad, y más tarde, cuando, ya adulto, disfrute del poder, la ejercerá él también, como si fuera algo completamente normal.
»Sobre todo el proceso, pues, se cierne el silencio del olvido, y se idealiza a los padres, hasta el punto de creer que jamás han cometido un error. «Y si me pegaban, sería porque me lo merecía». Esta es la versión más corriente de las torturas dejadas atrás. Alice Miller


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viernes, 16 de octubre de 2015

El arte de mantener la bicicleta en equilibrio.

La esencia de esta disciplina de equilibrio es saber renunciar. 
Recuerdo la primera lección al respecto que recibí una mañana de verano cuando tenía nueve años. Acababa de aprender a montar en bicicleta y estaba probando animadamente hasta qué punto llegaban mis nuevas habilidades. Más o menos a un kilómetro de mi casa el camino presentaba una pronunciada pendiente; descendiendo aquella mañana por la colina, experimentaba el aumento de velocidad como un éxtasis. Frenar y renunciar a ese éxtasis me parecía un absurdo proceder. Decidí mantener la velocidad y tomar con cuidado la curva que empezaba al terminar la pendiente.
Mi éxtasis se esfumó a los pocos segundos cuando me vi proyectado a unos tres metros fuera del camino entre los arbustos.
Tenía rasguños, sangraba y la rueda delantera de mi nueva bicicleta se había retorcido por el choque contra un árbol.
En aquella ocasión perdí el equilibrio. Mantener el equilibrio es una disciplina precisamente porque implica renunciar a algo y eso siempre resulta penoso. En ese caso, yo no había querido renunciar a la velocidad que me embriagaba a fin de poder mantener el equilibrio al llegar a la curva. Aprendí, sin embargo, que perder el equilibrio es en definitiva más doloroso que renunciar a algo para mantenerlo.
De un modo u otro ésa ha sido una lección que he tenido que continuar aprendiendo durante toda mi vida. Tal y como hace, por otra parte, todo el mundo, pues para tomar las curvas y esquinas de nuestra vida debemos abandonar continuamente partes de nosotros mismos. La única alternativa a esta renuncia es no avanzar en modo alguno en nuestro viaje vital. Podrá parecer extraño, pero la mayor parte de las personas eligen esta alternativa, en lugar de seguir avanzando por el viaje de la vida, y todo para evitar la penosa experiencia de desembarazarse de partes de ellas mismas. Si esto parece extraño se debe a que no comprendemos la profundidad del dolor que entraña semejante renuncia. En sus formas más graves, la renuncia es la experiencia humana más penosa. Hasta ahora sólo me he referido a formas menores de renuncia: sacrificar la velocidad de la bicicleta, el lujo de estallar en cólera, Consideremos ahora lo que significa renunciar a ciertos rasgos de la personalidad, a esquemas de conducta bien establecidos, a ideologías y hasta a estilos de vida. Éstas son formas mayores de renuncia, necesarias si uno pretende avanzar muy lejos por el camino de la vida.
M. Scott Peck





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