¿Están los padres más informados en la actualidad? Muchos sí, pero un buen número carece todavía de estos conocimientos y, todavía hoy, igual que hace cuatrocientos años, ven su ignorancia refrendada por supuestas autoridades.Sólo que se utilizan otros términos. Ya no se habla del demonio en relación con la educación, sino de los «genes».
Si la Biblia o el Corán hubiesen prohibido de forma explícita la violencia contra los niños podríamos mirar con mayor esperanza hacia el futuro. Pero por desgracia las autoridades espirituales al mando se niegan terminantemente a concienciarse de nuevos hallazgos de vital interés sobre los peligros de la violencia en el cerebro infantil. No se les ocurre en absoluto interceder por un trato respetuoso a la infancia, y, en consecuencia, por el futuro de la humanidad, porque a todos ellos, y como anteriormente a Martín Lutero, a Calvino y a numerosos filósofos, sólo les importa proteger y enaltecer la imagen inmaculada de su propia madre. Es la imagen idealizada de la madre, que supuestamente actuaba con corrección cuando castigaba sin piedad a sus niños. Al mismo tiempo que utilizan bellas palabras para escribir sobre el amor, se niegan a ver cómo la capacidad de amar se destruye ya desde la infancia. […] «No queremos pegarte, pero debemos hacerlo para expulsar el Mal que llevas dentro desde que naciste.» Así pensaban los padres en la época de Lutero y así hablaban a sus hijos. Lutero les decía que era su obligación liberar a su hijo del demonio, para convertirlo en una persona piadosa y bondadosa. Los padres lo creían. No sabían que a Martín Lutero, cuando era niño, su madre lo castigaba estrictamente y sin piedad y que, por esta razón, defendía semejante educación, para conseguir la imagen de una persona buena y cariñosa, una imagen que sólo podía crear gracias a la represión de sus verdaderos sentimientos. […] no sabían que en lugar de expulsar al demonio de su hijo inocente estaban esparciendo con sus palizas la «semilla del mal» en un ser inocente. Alice Miller
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