Stephanie seguía sintiéndose desdichada. Se sometió a terapia durante dos años sin poder salir de una intensa depresión, y entonces vino a verme.
La puse en uno de mis grupos de víctimas del incesto, y en su primera sesión Stephanie nos aseguró que había hecho las paces con su padrastro (abusador) y con su madre, fría e inadecuada, y los había perdonado a ambos. Le dije que si quería liberarse de su depresión quizá tuviera que «desperdonarlos» durante un tiempo, para poder establecer contacto con su enojo, pero insistió en que ella creía profundamente en el perdón y no necesitaba enojarse para mejorar. Entre nosotras llegó a desencadenarse una pugna bastante intensa, en parte porque yo le estaba pidiendo que hiciera algo doloroso, pero además porque sus creencias religiosas contradecían sus necesidades psicológicas.
Stephanie hizo escrupulosamente su trabajo, pero se negaba a establecer contacto con su rabia. Poco a poco, sin embargo, empezó a tener estallidos de cólera en relación con otras personas. Por ejemplo, una noche abrazó a otro miembro del grupo, diciéndole: «Tu padre era un monstruo; ¡lo odio!».
Algunas semanas después afloró, por fin, su propia rabia reprimida. Stephanie vociferó, insultó y acusó a sus padres de haber destruido su niñez y mutilado sus años de adulta. Después la abracé mientras ella sollozaba, y sentí cómo se relajaba su cuerpo.
Cuando estuvo más tranquila le pregunté, en tono burlón, qué clase de comportamiento era aquél para una buena cristiana, y jamás olvidaré su respuesta:
-Me imagino que lo que le importa a Dios es que yo mejore, no que perdoné.
Aquella noche fue para ella el momento decisivo. La gente que ha tenido padres como ésos puede perdonarlos, pero el perdón tiene que ser el final, no el comienzo, de su limpieza general emocional. Es necesario que la gente se enoje por lo que le ha sucedido. Es necesario que se lamente porque sus padres jamás le dieron el amor que anhelaba. Es necesario que deje de restar importancia al daño que le hicieron. Con demasiada frecuencia, «perdona y olvida» quiere decir «haz como que aquí no ha pasado nada» .SUSAN FORWARD
(Agrego que el perdón genuino, así como la compasión vienen luego de liberar las emociones,no es un como sí "perdonara", y en ese tema no hay tiempos, cada uno sabe, no hay que apurar el proceso o decir ya está,ya hice los ejercicios, listo, si nos apuramos a perdonar en realidad estamos evitando el dolor, y el cuerpo siempre es el mediador de la verdad sin la moral represiva). (vivir en el ahora se hace real si no hay asuntos pendientes, sino probemos de meditar teniendo la vejiga llena de orina!)
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