lunes, 30 de noviembre de 2015

La violencia es aprendida a través del cuerpo

Urge que esta «transmisión hereditaria» de la destructividad de una generación a la siguiente sea sustituida por una toma de conciencia emocional. Una persona que abofetea, golpea u ofende conscientemente a otra sabe que está haciéndole daño, aunque no sepa por qué lo hace. ¡Pero cuántas veces no se han dado cuenta nuestros padres —ni nosotros mismos frente a nuestros hijos— de lo profunda, dolorosa y duradera que podía ser la herida que infligíamos al Yo embrionario de nuestros hijos!
Es una gran suerte que nuestros hijos lo adviertan y puedan decírnoslo, que nos den la oportunidad de ver nuestras omisiones y nuestros fallos y de pedir disculpas. Entonces les será posible desechar las cadenas del poder, la discriminación y el desprecio que vienen transmitiéndose de generación en generación. No tendrán ya necesidad de defenderse de la impotencia ante el poder cuando su impotencia temprana y su rabia se conviertan en vivencia consciente Alice Miller



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jueves, 26 de noviembre de 2015

La madurez implica renunciar a viejos esquemas interiores.

Algunos de los principales deseos, situaciones y actitudes a los que hay que renunciar durante una vida que evoluciona satisfactoriamente: El estado infantil, en el que no hay que satisfacer demandas exteriores.
La fantasía de omnipotencia.
El deseo de poseer totalmente (incluso en el plano sexual) a
uno de los padres.
La dependencia infantil.
Las imágenes distorsionadas de los padres.
El sentimiento de omnipotencia de la adolescencia.
La «libertad» de no tener ningún compromiso.
La agilidad de la juventud.
El atractivo sexual y/o potencia de la juventud.
La fantasía de inmortalidad.
La autoridad sobre los hijos.
Diversas formas de poder temporal.
La independencia de la salud física.
Por último, nuestro yo y la vida en sí misma.

Crisis de madurez

Recientemente se ha hablado mucho de la «crisis de la madurez. En realidad, es sólo una de las muchas «crisis» o estadios críticos de desarrollo en la vida, como señaló Erik Erikson hace ya treinta años. (Erikson describió ocho crisis; quizás haya más.) Lo que convierte en crisis estos períodos de transición del ciclo vital —es decir, lo que los hace problemáticos y dolorosos— es el hecho de que al pasar con éxito por ellos renunciamos a nociones queridas y a viejos modos de actuar y de considerar las cosas. Muchas personas no están dispuestas a sufrir el dolor de semejante renuncia o son incapaces de sopor-tarlo. En consecuencia, se aferran, a menudo para siempre, a sus viejos esquemas de pensamiento y conducta; así no vencen ninguna crisis, ni experimentan verdadero desarrollo, ni tienen la jubilosa experiencia de renacimiento que acompaña el paso feliz
a una mayor madurez. M. Scott Peck


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miércoles, 25 de noviembre de 2015

¿Cuánto tiempo dedicamos al afecto, caricias,ejercicio de la ternura con las personas que amamos?

[..] la estimulación cutánea, en las distintas formas en que la reciben el recién nacido y la cría, es esencial para un sano desarrollo físico y conductual. 
Parece probable que, en los seres humanos, la estimulación táctil sea fundamental para el desarrollo de sanas relaciones emocionales o afectivas, que lamer y amar estén íntimamente unidos; en pocas palabras, que se aprende a amar no mediante instrucciones, sino siendo amado. Como ha señalado el profesor Harry Harlow, del «íntimo vínculo del niño hacia la madre se forman múltiples respuestas afectivas generalizadas y aprendidas» Ashley Montagu




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martes, 24 de noviembre de 2015

El control parental

La palabra «control» no encierra necesariamente un sentido negativo. Si una madre vigila al niño que hace pinitos en vez de dejarlo salir solo a la calle, no
decimos que es controladora; la llamamos prudente. Está ejerciendo un control acorde con la realidad, motivado por la necesidad que tiene su hijo de que lo protejan y lo guíen. .
Un control adecuado se convierte en excesivo cuando la madre sigue vigilando a su hijo diez años después, mucho después de que el niño es capaz de atravesar la calle solo.
Los niños a quienes no se estimula a hacer, a explorar, a dominar y a arriesgarse al fracaso suelen sentirse desvalidos y fuera de lugar. Sobre controlados por padres angustiados y temerosos, es frecuente que estos niños se vuelvan a su vez angustiados y temerosos. Esto dificulta su maduración. A su paso por la adolescencia y a la edad adulta, muchos de ellos no superan jamás la necesidad de seguir contando con la orientación y el control de los padres.
Como resultado de ello, éstos siguen invadiéndolos y manipulándolos, y con frecuencia dominan toda su vida.
El miedo de que ya no los necesiten motiva a muchos padres controladores para que perpetúen en sus hijos este sentimiento de impotencia. Son padres que tienen un miedo enfermizo al «síndrome del nido vacío», el inevitable sentimiento de pérdida que acomete a todos los padres cuando finalmente sus hijos se van de casa. Es tan grande la parte de su identidad que el padre o madre controlador tiene puesta en el rol parental, que cuando el hijo se independiza se siente traicionado y abandonado.
Lo que hace tan insidioso a un padre o madre controlador es que la dominación viene generalmente disfrazada de preocupación. Frases como «Te lo digo por tu bien» o «Esto lo hago sólo por ti», lo mismo que «... sólo porque te quiero tanto...» significan todas lo mismo: «Si te hago esto es porque tengo tanto miedo de perderte que estoy dispuesto a hacer de ti un desdichado».SUSAN FORWARD






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lunes, 23 de noviembre de 2015

El auténtico perdón no bordea la rabia sin tocarla, sino que pasa a través de ella.

Sólo cuando pueda indignarme por la injusticia que cometieron conmigo, cuando advierta el acoso como tal y pueda reconocer y odiar a mi perseguidor como tal, sólo entonces se me abrirá realmente la vía del perdón. La ira, la rabia y el odio reprimidos dejarán de perpetuarse eternamente sólo cuando la historia de los abusos cometidos en la primera infancia pueda ser revelada. Y entonces se transformarán en duelo y en dolor ante la inevitabilidad del hecho, dejando, en medio de ese dolor, cabida a una verdadera comprensión, a la comprensión del adulto que ha echado una mirada a la infancia de sus padres y, liberado finalmente de su propio odio, es capaz de vivir una empatía auténtica y madura. Este perdón no puede ser exigido con preceptos ni con mandamientos; ha de ser vivido como gracia y surgirá espontáneamente cuando ningún odio reprimido –por estar vedado– siga envenenando el alma. Alice Miller



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viernes, 20 de noviembre de 2015

Las buenas relaciones son intensas y nos transforman.

Si aman a sus hijos,los padres deben (quizás de forma moderada y solícita, pero también enérgicamente) hacerles frente y criticarlos de vez en cuando, pero deben permitir también que sus hijos los censuren y se enfrenten a ellos. Del mismo modo, los cónyuges que se aman deben enfrentarse entre ellos si pretenden que su relación cumpla la función de impulsar el mutuo desarrollo espiritual. 
Ningún matrimonio puede considerarse verdaderamente feliz si marido y mujer no son cada uno los mejores críticos del otro.
La confrontación basada en el amor es una parte importante de todas las relaciones humanas que tienen éxito y sentido. Sin este elemento, la relación fracasa o es superficial. M. Scott Peck



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jueves, 19 de noviembre de 2015

El templo del alma

La piel, el caparazón flexible y continuo de nuestros cuerpos, nos cubre por completo, como una capa. Es el más antiguo y el más sensible de nuestros órganos, nuestro primer medio de comunicación y nuestro protector más eficaz. Todo el cuerpo está cubierto de piel. Incluso la córnea transparente del ojo está recubierta de una capa de piel modificada. La piel también se vuelve hacia dentro para cubrir orificios como la boca, las aletas de la nariz y el canal anal. En la evolución de los sentidos el tacto fue, sin duda, el primero en existir. El tacto es el padre de nuestros ojos, oídos, nariz y boca. Es el sentido que se diferenció en los otros, un hecho que parece reconocerse en la antigua valoración del tacto como «madre de los sentidos».Ashley Montagu




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miércoles, 18 de noviembre de 2015

martes, 17 de noviembre de 2015

La repetición del ciclo

El hijo adulto de un alcohólico corre un importante riesgo de perpetuar el ciclo del alcoholismo en su propia familia. Aun cuando, como sucedía con Glenn, usted mismo no abuse del alcohol, es muy probable que dé con un cónyuge que lo hace. Si esto sucede, sus hijos crecerán con los mismos modelos de rol que usted conoció: el del alcohólico y el del que tolera que el otro lo sea. SUSAN FORWARD



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Ver y sentir la verdad

»El niño está obligado a creer que las crueldades que se cometen en su persona son por su bien, y más tarde, cuando sea adulto, será, en muchos casos, incapaz de reconocer la falsedad como tal, especialmente si se deja desorientar por personas que no le son antipáticas, que despiertan en él ciertas expectativas y que hablan el mismo lenguaje educativo al que está acostumbrado desde pequeño. […] El olvido ayuda al niño a sobrevivir, pero no al paciente adulto a superar sus sufrimientos. El niño es una víctima indefensa, y no forma parte de interacciones como factor en pie de igualdad. El odio reprimido e inconsciente tiene efectos destructores, pero el odio vivido no es veneno, sino uno de los caminos por los que se sale de la trampa del disimulo, la hipocresía o la franca destructividad. Y uno, en verdad, se cura cuando, libre de sentimientos de culpabilidad, deja de exonerar a los auténticos culpables, cuando uno se atreve a ver y sentir por fin lo que éstos hicieron. Alice Miller


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viernes, 13 de noviembre de 2015

Atajo espiritual (negación del dolor)

Uno debe poseer algo para poder renunciar a ese algo. Uno no puede renunciar a nada que no se haya obtenido antes. Si uno renuncia a ganar sin haber ganado nunca, está en el mismo lugar que al principio, en el lugar del perdedor. Antes de poder renunciar a la propia identidad uno tiene que habérsela forjado. Es necesario desarrollar un yo antes de poder perderlo. Esto podrá parecer increíblemente elemental, pero creo que es necesario decirlo pues hay muchas personas que tienen una visión de la evolución pero no la voluntad de llevarla a cabo. Desean y creen que es posible prescindir de la disciplina, encontrar un fácil atajo que conduzca a la santidad. Con frecuencia intentan alcanzarla imitando sencillamente las actitudes superficiales de los santos, retirándose al desierto o haciéndose carpinteros. Algunos hasta creen que en virtud de semejante imitación pueden llegar a ser realmente santos y profetas, y no son capaces de reconocer que aún continúan siendo niños […] 
M. Scott Peck


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jueves, 12 de noviembre de 2015

Aprender a amar

La salud es la capacidad para amar, para trabajar, para jugar y para usar la propia inteligencia como una herramienta de precisión. Los humanos han nacido para vivir, como si vivir y amar fueran una misma cosa. Para amar hay que aprender a amar y sólo se aprende a hacerlo cuando se es amado. El afecto es una necesidad fundamental. Es la necesidad que nos hace humanos.
De ahí que una persona que no haya sido así humanizada durante los seis primeros años de su vida padezca un proceso de deshumanización que le lleva a comportamientos destructivos, aprendidos en un intento desordenado y equivocado de adaptarse a un mundo también desordenado y provocador de tensiones. De estos desórdenes surgen toda la agresividad y los enfrentamientos violentos, tanto a escala individual como colectiva. Ashley Montagu


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