viernes, 29 de enero de 2016

La belleza de las relaciones en las que somos plenamente auténticos, libres, cariñosos y respetuosos.

Por el hecho de que su mapa mental sea permanentemente puesto en tela de juicio, las personas abiertas se desarrollan continuamente.
En virtud de su apertura pueden establecer y mantener relaciones íntimas con mayor eficacia que las personas cerradas.
Como nunca dicen falsedades pueden sentirse seguras y orgullosas sabiendo que en nada han contribuido a la confusión del mundo sino que, por el contrario, han servido como fuentes de iluminación y clarificación.
Por último, son totalmente libres, no se ven agobiadas por la necesidad de ocultar nada, no tienen que escabullirse entre las sombras. No tienen que inventar nuevas mentiras para esconder las viejas. No necesitan malgastar esfuerzos para borrar rastros o conservar disfraces.
Y en ultima instancia comprueban que la energía que exige la autodisciplina de la sinceridad es mucho menor que la energía necesaria para mantener las cosas en secreto. Cuanto más sincero es uno, más fácil resulta continuar siendo sincero, de la misma manera que cuanto más miente uno, más necesario es seguir mintiendo. En virtud de su franqueza, la gente dedicada a la verdad vive a la luz del día y, al ejercitar el valor de vivir al descubierto, se ve libre de todo temor. M. Scott Peck


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jueves, 28 de enero de 2016

Presencia amorosa




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Para aliviar sus sentimientos dolorosos, todo lo que el niño necesita es un adulto atento.

Mientras que su niño llora o hace un berrinche, le necesita a usted muy cerca de él. Necesita sentir sus caricias y ver su mirada atenta. Necesita la seguridad que usted le puede dar mientras que él vuelve a pensar de nuevo. (la angustia dificulta el pensar) También necesita que le hable un poco: (no necesita sermones o discursos) puede decirle que usted está contento de estar con él, que usted le va a proteger, que lo siente porque algo no fue bien. Aunque parezca raro, el cariño en sus palabras y cercanía probablemente le harán llorar más fuerte o intensificar su berrinche. Esto se debe a que cuando un niño siente la seguridad, más posibilidades tiene de desahogar los sentimientos dolorosos. Tal vez sea la atención relajada (presencia amorosa) que usted provee lo que le hace saber que la herida realmente ya no está y llora más fuerte en señal de alivio. (descarga y libera) Patty Wipfler

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Con nosotros los adultos el proceso es igual, la diferencia es que nosotros nos aliamos con el niño que antaño sufrió y permitimos que exprese lo que sintió y reprimió, nosotros no nos juzgamos ni nos criticamos por sentir lo que sentimos simplemente abrazamos con compasión lo que aparece. Y por supuesto propiciamos la apertura gradual incondicional. No existe un proceso rápido! Es un mito creer en lo instantáneo y mágico… Aparte usted pasó muchas horas y días aprendiendo un falso yo en un momento de extrema vulnerabilidad.

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martes, 26 de enero de 2016

La perdida del potencial.

Probablemente debido a la forma en que se han desarrollado las culturas y las civilizaciones humanas, solamente en raras ocasiones se recupera uno de los efectos de una experiencia de angustia. 
En su lugar, el residuo de la información, mal asimilado y derivado de una mala experiencia, permanece almacenado erróneamente. De ello resultan dos efectos importantes: 
El primero de ellos es cuantitativo. En términos sencillos: no somos tan inteligentes como lo éramos antes de que la experiencia de angustia depositara en nosotros aquel residuo de información errónea. Parte de nuestra vasta inteligencia original, “tamaño genio” se encuentra ahora obstruida, inoperante.
No es solamente que ahora haya una cierta zona de experiencia donde ya no pensemos con mucha inteligencia. Esto es cierto, pero asimismo hay un descenso general de nuestra capacidad de pensar flexiblemente, de manejar bien nuestro medio ambiente.
Este efecto cuantitativo no se nota cuando somos aún jóvenes. Por lo visto, tenemos mayor capacidad de lo que generalmente requerimos y por eso no echamos de menos la porción perdida durante nuestra juventud.
El efecto cuantitativo, sin embargo, se dejará sentir posteriormente en nuestras vidas. A medida que las varias experiencias de angustia se van acumulando y van siendo reforzadas por el proceso de restimulación (noción que será discutida luego) se podrá observar el crecimiento de la falta de capacidad de pensar. Harvey Jackins



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lunes, 25 de enero de 2016

La pubertad, su fuerza de cambio con sus posibles trampas.

En la pubertad, muchos jóvenes eligen nuevos valores que son diametralmente opuestos a los de sus padres; forman, pues, nuevos ideales e intentan hacerlos realidad. Pero cuando esta tentativa no se halla arraigada en la vivencia de las propias necesidades y sentimientos auténticos, el joven se adaptará a los nuevos ideales de modo parecido a como, en otros tiempos, se adaptaba a sus padres. Volverá a renegar de su verdadero Yo para ser reconocido y amado por el grupo de jóvenes de su edad o por su pareja. Sin embargo, nada de esto sirve en realidad contra la depresión. Pues esa persona tampoco será ella misma cuando sea adulta, y no se conocerá ni se querrá; lo hará todo para ser amado por alguien, tal y como lo hubiera necesitado con urgencia en otro tiempo, siendo niño. Y esperará conseguirlo al fin mediante la adaptación. Alice Miller


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viernes, 22 de enero de 2016

El verdadero amor es una permanente experiencia de extensión de la propia personalidad.

La experiencia del amor verdadero tiene que ver también con los límites del yo, puesto que supone una extensión de los mismos. Los límites de una persona son los límites de su yo. Cuando ampliamos nuestros propios límites por obra del amor, lo hacemos extendiéndolos, por así decirlo, hacia el objeto amado, cuyo desarrollo deseamos promover. Para poder hacerlo, el objeto en cuestión debe, primero, ser amado por nosotros; en otras palabras, un objeto exterior a nosotros, que está más allá de los límites de nuestro yo debe atraernos y despertar en nosotros el deseo de entregarnos a él y comprometernos con él.
De esta manera, cuanto más nos extendemos, más amamos y menos nítida se hace la distinción entre uno mismo y el mundo, de forma que llegamos a identificarnos con éste. A medida que se atenúan y se debilitan los límites de nuestro yo, experimentamos, cada vez más intensamente, el mismo éxtasis que hemos sentido al desmoronarse parcialmente los límites de nuestro yo y nos «hemos  enamorado». Sólo que, en lugar de habernos fundido transitoria e ilusoriamente con un objeto amado, nos fundimos de manera más permanente y real con gran parte del mundo, de manera que puede establecerse una «unión mística» con todo el mundo. La sensación de éxtasis o bienestar que acompaña a esta unión, aunque quizás más suave y menos espectacular que la que acompaña al enamoramiento, es mucho más estable, duradera y satisfactoria. Ésta es la diferencia que hay entre la experiencia cumbre, tipificada por el enamoramiento, y lo que Abraham Maslow define como la «experiencia de la meseta». En este caso, las alturas no brillan repentinamente para luego perderse; se las alcanza para siempre. M. Scott Peck


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jueves, 21 de enero de 2016

EL coraje de emprender otro camino, desarmar lo aprendido.

Su vida con [sus padres narcisistas] compuso su visión. Ellos eran destructivos en su necesidad de ver las cosas a su modo. ¿Tenían la intención de herirlo a usted con su ignorancia agresiva e invasora, o era simplemente un espejo de su propio mundo interior? Yo creo que es lo último, ya que no había nada ni nadie fuera de sus vidas. No tenían ninguna intención de herirlo a usted mientras intentaban satisfacer sus deseos y responsabilidades. Sentían que usted era una extensión suya. […] Estaban tan desesperados con su propia situación que no podían ponerse en su lugar. Si usted llegaba a quebrar su sueño de ser protectores, eso desataba un mal humor increíble. 
Y ahí sí podían tener la intención de herir o ser malos. […] En el narcisismo, lo bueno tiene que ser idéntico. El hijo contradice la infalibilidad si escoge otro camino. Entonces lo atacarían porque en su auto-centrismo desesperado, no comprendieron sus motivos.
[…]
Usted va creciendo pero todavía reacciona ante la gente como si ésta quisiera herirlo. La libertad llega al dejar de ver intenciones de maldad en donde no las hay.
Reténgase antes de concluir la presencia de una intención malvada. Dude de su suposición y, antes de sacar cualquier conclusión, obtenga los hechos que pueden motivarla. E Golomb



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miércoles, 20 de enero de 2016

El trabajo de apertura emocional se realiza paso a paso.

Le aseguré que entendía lo frustrado y confundido que se sentía por su incapacidad de abrirse emocionalmente, pero le insistí en que no se exigiera demasiado así mismo. No había tenido a nadie que le enseñara todo aquello cuando era niño, y son cosas difíciles de aprender solo.
-Serla como esperar que tocaras un concierto de piano cuando ni siquiera sabes cuál es el do –le dije-. Puedes aprender, pero tienes que concederte tiempo para empezar desde la base, para practicar, e incluso utiliza para fracasar alguna vez. SUSAN FORWARD



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martes, 19 de enero de 2016

El mejor regalo a un hijo es trabajar sobre nuestra sombra

Todos nosotros, por supuesto, encontramos experiencias penosas muy temprano en la vida. Nuestra debilidad física, la falta de experiencia e información más la extremada dependencia en otros cuando somos muy jóvenes, nos hace vulnerables a ser heridos repetidamente durante este período.[..]
En nuestra civilización, sin embargo, la fuente dominante de estas lastimaduras pequeñas es, precisamente, la existencia de patrones de angustia en los adultos que nos rodean.
Un bebé se altera cuando un adulto se comporta de manera irracional y, más aun, cuando dicha irracionalidad consiste en—o es acompañada por—enojo, reproche, desvalorización, ridículo, aislamiento o violencia, como sucede usualmente; entonces, la lastimadura se hace más severa. Harvey Jackins


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lunes, 18 de enero de 2016

EL viaje hacia la verdad

Yo misma hice todo lo posible cuando era niña por comprender a mis padres y, durante años, continué esforzándome «con éxito», como probablemente la mayoría de los terapeutas. Pero justo eso me impidió descubrir a la niña que había sufrido los tormentos de esos padres. No conocía a esa niña. Ni lo más mínimo. Sólo conocía el sufrimiento de mis padres, también de mis pacientes y amigos, pero nunca el mío propio.
A los ojos de mi madre, mis exigencias más naturales eran molestas y exigencias. ¿Cómo iba a poder yo, enviada al ancho mundo con semejante carga sobre los hombros, saber lo que realmente necesitaba? ¿Cómo iba a aprender a satisfacer esas necesidades? Lo que aprendí es que eran peligrosas, porque el deseo de satisfacción conducía necesariamente a la catástrofe. Esa catástrofe, el gran peligro, era la cólera de mi madre y el desvelamiento de su falta de amor. Así que yo intentaba con todas mis fuerzas reprimir mis necesidades de afecto, calor y comprensión, para no tener que ver la verdadera actitud de mi madre hacia mí, para mantener la ilusión de que me quería. Mi esperanza era llegar a no necesitar nada y sacrificar mi vida a los demás para obtener finalmente su amor. Pero el amor no se gana negándose a uno mismo ni haciendo grandes cosas. Los padres se lo brindan al recién nacido o no se lo brindan. Y yo me vi por fin forzada a reconocer que de pequeña no me habían hecho ese regalo.Hasta que no desistí de intentar comprender la infancia de mis padres (que, de todos modos, ellos mismos tampoco querían conocer), no pude sentir toda la intensidad de mi sufrimiento y de mi miedo. Sólo entonces descubrí lentamente la historia de mi infancia y comencé a comprender mi destino. Y únicamente entonces desaparecieron los síntomas físicos que, durante tanto tiempo, habían intentado en vano contarme mi verdad mientras yo escuchaba a mis pacientes y, a través de sus historias, empezaba a vislumbrar lo que le sucedía a los niños maltratados. He comprendido que me engañé durante mucho tiempo. Como muchos terapeutas, no sabía quién era yo en realidad, porque había estado huyendo de mí misma y creía que así podía ayudar a otras personas. Hoy estoy convencida de que debo comprenderme a mí misma antes de intentar comprender a los demás. Alice Miller



viernes, 15 de enero de 2016

Proceso de sanación natural

Una plática animada, el llanto, la risa, los berrinches, el temblor, el sudor y los bostezos ocasionales son parte del proceso de recuperación con que todos nacemos.
La mente despierta y la sensibilidad que hacen a los niños vulnerables a las heridas, vienen complementadas con un proceso integral de recuperación que las sana por completo (si alguien puede acompañar al niño amorosamente mientras lo usa sin interrupción). Aún las heridas profundas pueden ser disueltas a través de mucho llanto, muchos berrinches y mucha risa(sin forzar). Patty Wipfler


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jueves, 14 de enero de 2016

Abandonarse a la verdad

Desde hace 30 años me esfuerzo por observar conscientemente la respiración sin alterarla Maestro Zen.
El hombre que haya sabido abandonarse hasta lo más profundo de su Ser, dispone de un Yo cercano al Sí- mismo, y por ello de una mayor lucidez; asimismo, deviene testigo de las fuerzas a las cuales él se entrega. K.G.Durckheim


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miércoles, 13 de enero de 2016

La violencia

Seguimos tolerando los riesgos cotidianos por encima de los riesgos más remotos. El secuestro de un avión norteamericano en Atenas adquiere mucha más importancia entre nuestras preocupaciones que el padre que mata (o abusa) a un niño, aunque una cosa pase rara vez y la otra pase a diario. Gavin de Becker




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martes, 12 de enero de 2016

Enfrentar la verdad no es fácil

Las deidades parentales generan reglas, juicios y dolor. Cuando deificamos a nuestros padres, vivos o muertos, estamos aceptando vivir según la versión que ellos nos dan de la realidad, aceptando que los sentimientos dolorosos son parte de nuestra vida, e incluso quizá racionalizándolos, diciéndonos que eso nos hace bien. Ya es hora de terminar con semejantes ideas. Cuando usted pueda sacar a sus padres del Olimpo y bajarlos a la tierra, cuando encuentre valor para dirigirles una mirada realista, podrá empezar a establecer un equilibrio de poderes en su relación con ellos.
«Mi padre me pegaba, pero no con la intención de causarme daño, sino de hacerme aprender la lección.»
«Mi madre jamás me prestó ninguna atención, de tan desdichada que era.»
«No puedo culpar a mi padre por haber abusado de mí. Mi madre no se acostaba con él, y ya se sabe que los hombres necesitan eso. »
Todas estas racionalizaciones tienen en común su propósito de presentar como aceptable lo inaceptable. Considerado superficialmente, puede parecer que el mecanismo funciona, pero en nosotros hay una parte que siempre sabe la verdad. SUSAN FORWARD




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lunes, 11 de enero de 2016

La Neutralidad terapéutica

Durante mi formación como psicoanalista se daba mucha importancia al hecho de que el analista debía permanecer neutral. Era parte de las reglas fundamentales que, desde los tiempos de Freud, nadie cuestionaba y todos seguían estrictamente [por ser «el padre» del psicoanálisis]. Entonces no pensé nunca que esta regla estuviese unida a la necesidad de proteger de cualquier reproche a los padres del paciente. Mis colegas parecían no tener problemas con la defensa de la neutralidad, parecían no mostrar interés por compartir y comprender las torturas de un niño que había sido maltratado, humillado y explotado incestuosamente. Pero como en sus prácticas habían sido tratados con la misma neutralidad, necesaria según Freud, no habían tenido la oportunidad de descubrir su propio dolor, que ellos mismos ocultaban. Para descubrirlo no habrían necesitado psicoterapeuta neutral, sino a un terapeuta parcial, alguien que los acompañara, que estuviese siempre de parte de aquel niño maltratado y se indignase ante la injusticia que le había sido infligida. Es necesario que el terapeuta consiga esto antes, para ayudar a que lo consiga su cliente también. El hecho es que la mayoría de las personas no saben lo que es la indignación cuando comienzan la terapia. Cuentan historias espantosas ante las que no sienten la necesidad de rebelarse, no sólo porque sus sentimientos les resultan ajenos, sino también porque no saben que existe otra clase de padres. […] En el marco de una terapia de estas características el cliente continúa atrapado en su miedo infantil y no se atreve a compartir sus emociones y a experimentar su rabia y su indignación como lo que son: una reacción normal ante la crueldad vivida. Alice Miller


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viernes, 8 de enero de 2016

La vía del amor

El verdadero amor, con toda la disciplina que requiere, es la única senda de esta vida que lleva a la esencia del gozo. Si se va por otro camino, rara vez se encontrarán momentos de tan extático deleite, y si se encuentran, serán momentos fugaces, progresivamente engañosos. 
Cuando amo sinceramente estoy extendiendo mi persona, gracias a lo cual estoy evolucionando. Cuanto más amo, más profundo me vuelvo. 
El verdadero amor se alimenta a sí mismo. Cuanto más promuevo el desarrollo espiritual de otros, más fomento el mío propio. Soy un ser humano enteramente egoísta. Nunca hago nada por otro, sino que lo hago por mí mismo. Y a medida que crezco, por mediación del amor, me siento cada vez más exultante. M. Scott Peck

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